Siempre he intentado escribir buscando alcanzar más allá de lo que para mi era evidente. Hoy veo por escritos de otros, que muchas veces se trata simplemente de contar vivencias propias y quedarse en el más acá, para alcanzar un mayor grado de comprensión por parte de quien lee. Creo que comenzaré a escribir los más acá y seguiré, como hice gran parte de mi vida, compartiendo los más allá conmigo mismo… y los muy allá, que nunca han visto otras luces que mis dos pupilas sin siquiera pasar por mi estado consciente, quedarán como rastro de pensamiento en algún lugar de mi psiquis. El Hombre pareciera agonizar ante la abundancia, es decir, ante tanta proliferación de seudo-cultura el Hombre en general se siente culto y se queda quieto. Pero ésta no es contagiosa…se compara la cultura con el SIDA y como para la primera no hay preservativo, todo el mundo cree contagiarse con cultura por el simple hecho de haber, alguna vez, tocado un libro, escuchado una música, visto una exposición, escuchado a un trabajador del campo…pero no es así. Como la cultura tiene target y es un sustituto del poder financiero (es decir: no tengo un centavo, no puedo hacerme selfies porque no viajo, soy un deshecho industrial del siglo de las máquinas, no soy poderoso…pero soy culto) el Hombre se siente un “algo” siendo culto o intelectual dentro de ésta masa que se valora por el tener. La cultura es un tener algo. De hecho lo vivencio todos los días: (si escribes y solo eso, eres un irresponsable que malgasta su tiempo haciendo la nada propia de un delirante que ha perdido la noción de la realidad. Ahora que, si llegas a ganar algún dinero con aquello que escribes ya vas camino a ser un genio y un ser importante…empieza a tener valor lo que escribes). Pero la verdadera cultura si no tiene aplicabilidad social no existe, si no genera una transformación no es más que información acumulada. Hoy las grandes transformaciones sociales radican en cambiar de marca de ropa, color de pelo o forma de alimentarse. Nadar en fórmulas de meditación, alternar en lo moderno (que no es más que la reiteración de lo antiguo), hablar del no soy… pero que lindo que estoy y que bien me veo, etc. Es la era de las peluquerías, los gimnasios, las dietas, las tiendas de ropa (en rebaja), la informática y las drogas. Donde todo el mundo se siente un auténtico astronauta por saber darle al “me gusta”, se siente acompañado por comunicar con gente que no ve, ni conoce, ni huele y vota sin saber al qué. El producto cultural siempre se diferenció de los demás productos comerciales en su origen y en esa necesidad de tener que pasar por terceros (llámense críticos) para ser consumido. Lo que nunca se tuvo en cuenta que sin receptores que estén interesados en elaborar su propio juicio crítico ante la vida, el arte deja de existir ya que la obra de arte no es aquello que se aplica en un determinado soporte, no es un ente decorativo, es aquello que pasa por el tamiz del receptor y lo transforma de alguna manera, influyendo en el medio que lo rodea. Es decir, un Guernica en el medio del desierto sin que nadie lo vea no es una obra de arte, es un trozo de tela en un bastidor manchado de pintura. Es el observador que lo transforma en arte… no hay muchos observadores con capacidad crítica hoy día. Es simple, mientras se consideren productos financieros la salud, la educación y la alimentación…¿qué podemos esperar de la cultura? Cuando confundimos sistemas de embellecimiento masivo con sistemas de salud, adoctrinamiento con formación, alimentación con consumo, limosna con ayuda, compartir con dar sobras, construcción de una herramienta laboral con formación de un profesional con vocación, educación con cultura, etc.…poco podemos esperar del arte que se presente como tal. La mayoría de aquellos llamados gestores culturales lo saben, pero… deben cuidar sus ingresos de dinero. Lamento ser tan tajante pero, como dije al comienzo, creo que comenzaré a escribir los más acá y seguiré, como hice gran parte de mi vida…