¿Qué,
de todo lo que hay aquí, podré catalogar como arte?
El
artista es, por lo que siente y cómo lo siente, la forma que utiliza para
expresarse es un soporte (plástico, lingüístico, sonoro…) para difundir ese
sentir.
Si llamamos Arte a cualquier actividad humana hecha con esmero y dedicación o a cualquier actividad o producto realizado por el ser humano con una finalidad estética o comunicativa, a través de la cual se expresan ideas o emociones… caeríamos en una generalización tal, que cualquier cosa podría ser arte.
Por
ello, me inclino a defender que es básico definir como arte, toda forma de
expresión de un INDIVIDUO despojada de todo INTERÉS ajeno al propio sentir.
El
artista tiene una relación especial con la vida. Tiene una conexión abierta de
forma permanente entre su sensibilidad y aquello que vive. No sabe cerrar las
puertas de las emociones y camina a venas
abiertas. Vive en un permanente sentir y acumula esas vibraciones. Es
sensible al sentimiento, a la
semiótica, los sonidos, las
temperaturas, luces y sombras… Es un acumulador de energía andante que en algún
momento debe transformar esa energía acumulada en algo…y ese algo por lo
general se transforma en un hecho comunicativo que como tal, luego debe ser
interpretado…y es aquí en donde se genera la confusión.
Muchas
veces me pregunto: ¿De todo aquello que nos han mostrado como arte…qué es arte?
Fuera
del circuito comercial, el artista no es más que un delirante del que la
sociedad se apiada por incomprensión (miedo a lo incomprendido o a perder
estatus social al quedar como un ignorante fuera de la modernidad, etc.), un
tipo raro con ideas extravagantes y sensaciones exageradas, y al que no se
presta la “atención” debida por carecer del “permiso” pertinente (valor de
mercado). De hecho, el artista primero debe tener un valor de mercado para
luego ser considerado tal. Siempre me he preguntado si un Goya hubiera sido
conocido de haber comenzado por los oscuros en lugar de los retratos de la
corte…
Tendemos
a llamar “arte” a las obras que ocupan
la mayoría de los “espacios” que otrora oficiaron de soportes para la difusión
o promoción de “productos” intangibles de los distintos espacios promocionales
de los edificios de culto, de estado, etc. Es fácil de ver en el Renacimiento, falta
de libertad de expresión donde todos los temas eran censurados por las clases
dominantes (religión, inquisición, monarquía, etc.) y su difusión debía regirse por los estrictos
cánones preestablecidos. Esto llevó al Artista a obviar el tema y transmitir
por medio del color, la textura, la magia de su técnica. De hecho, yo obvio el
tema cuando me enfrento a un Bernini, por dar un ejemplo. Éste particularmente,
alcanza un lenguaje sensible que está
más allá de todo tema posible, y por medio de las formas, superficies,
contrastes y maestría técnica, alcanza el alma misma del espectador despertando
sus fibras más sensibles. Si bien los temas de las obras tienen un interés
predeterminado que los aleja del arte,
la técnica en un estado tan elevado, habilita un segundo conducto de expresión
que se despega del tema y cobra vida propia y se transforma en arte.
Hasta
el Neoclasicismo, reconozco dos aspectos que son disonantes: el tema y la
técnica. El cronista y el artista.
Para
comprender esto, debemos entender que toda forma expresiva se valida con su
difusión, de otra forma no existe. Ésta difusión ha sido por siempre dominada
por intereses específicos, conductistas, que respondieron y responden a los
poderes dominantes. Esto quiere decir que se difunde aquello que encaja dentro
de los cánones permitidos (censura, imperialismo cultural, etc.) o bien se
adaptan a ellos. Éste solo hecho lo invalida como arte. Se ajusta a un interés,
no es el artista que comunica, simplemente se transforma en una herramienta a
través de la cual se comunica el poder...y es éste poder el que paga por el
arte. Es decir ¿Habría colgado el Rey Carlos IV las pinturas y grabados de la
serie de “los oscuros” de su gran retratista Goya en las paredes de su palacio? Creo que todos sabemos la respuesta. Por otro
lado exponía sus retratos muy bien retocados.
“Vivir
del arte”, esta simple frase que condiciona
la expresión a la rentabilidad, se ajusta a un sistema establecido de
mercado y por lo tanto deja de ser arte ya que pierde la condición fundamental
de ser un acto expresivo desinteresado.
Los
hay que han logrado una “demanda” para su “producto artístico” en vida, fenómeno
ideal para el artista el poder dedicar su vida entera a ello. En el caso de la
pintura, el descubrimiento de la fotografía fue fundamental para que esto
sucediera. Una herramienta de comunicación más ágil y fácil de multiplicar, que
sumada a la imprenta, generaron la combinación perfecta para difundir mensajes
a bajo coste. La pintura pierde interés como herramienta de difusión masiva y
se recluye a espacios reducidos para una elite intelectual que invierte en arte.
Pienso
que el “cenit” entre estos dos estados de la pintura es el gran Guernica de
Picasso. Tema y técnica bajo un solo sentir, libre, propio, individual y
maduro. ARTE en su más pura expresión.
Es
como leer un texto en un idioma extranjero. Curricularmente nos enseñan idiomas
ya que sin ellos dicen que no es posible convivir en la nueva sociedad. No nos
enseñan el idioma del arte. Imaginen un Quijote impreso para comercializarse en
el mercado chino y no traducido, simplemente explicado por algunos “eruditos”
autorizados como capaces de comprenderlo (críticos o literatos), explicando el
Quijote a los chinos. Que pobreza de resultado. Le cuentan lo que “es” el libro
y se lo dan para que lo cuelguen de una pared. Cada chino repetirá simplemente
lo que dijo el erudito. A diferencia de otros idiomas “el idioma del arte” no
es un conjunto de símbolos que agrupados de determinada forma tienen un
significado específico. En el arte despiertan las sensibilidades, se conectan
los circuitos sensibles, se invoca al
individuo. Por ello es que en literatura sobre todo en poesía muchas veces no
hay un sentido puramente técnico, hay un sentir de una combinación de letras
aparentemente sin lógica, pero que despiertan algo más allá de la comprensión
formal.
“Verde
que te quiero verde…” frases que no se “leen” se sienten. Un resultado
artístico.
Este
potenciar la sensibilidad, híper-sensibilizar al individuo, no condice con los
códigos que conforman una sociedad de consumo, en donde se unifica la necesidad
del tener, se potencian los miedos y se hace de la referencia externa una
necesidad de supervivencia. Es decir, le es necesario que se reaccione de igual
manera ante un mensaje condicionado determinado. “Ante el sonido de una botella
destapándose, todos a beber”
¿Cómo
creer que un mensaje que tienda a individualizar al receptor pueda ser apoyado
por algún medio del actual sistema?
De
hecho el arte hoy día es un producto turístico de alta rentabilidad, con
circuitos repetidos por millones de personas que, atiborrándose de fotografías
que no comprenden pero que asumen como trofeo de caza para muestra a su
regreso, son conducidos ordenadamente a las tiendas, restaurantes, cafeterías, etc.
Cada
vez que entro a un museo me pregunto lo mismo ¿Qué, de todo lo que hay aquí,
podré catalogar como arte?