jueves, 15 de junio de 2017

Hola

Recuerdo cuando te saludaban diciéndote “¡Hola! ¿Cómo estás. Cómo está tu gente?
 Exclamaban la sorpresa de verte y preguntaban por las personas que conformaban tu entorno. Había una preocupación por saber de ti.
Hoy día: ¡Hola, pero que bien se te ve, que flaco que estás! ¿Has adelgazado unos kilos no?
Exclaman de la competitividad de la imagen. El culto al cuerpo y a lo superfluo. Preguntan para saber cómo, en un acto competitivo.
Vivimos la era del culto a la imagen, un helenismo retardado (cosa muy típica de las culturas occidentales que viven en los “neo” permanentes pero disfrazados de modernidad).  Hoy solo preocupa estar flaco, acorde a las tallas convencionales de listados hechos por verdaderos psicópatas depredadores de la individualidad. Una mezcla de lo helénico y lo romano imperial con la autoflagelación cristiana. El fin de semana me drogo y emborracho al son de los banquetes, el sexo y el despilfarro, haciendo exhibición de mi imagen perfecta adorada por todos. Los días de semana me flagelo por haber pecado, me privo de comer, me excedo en ejercicios,  proteínas sintéticas y cafeínas… debo estar impecable para el próximo exceso.

¡Mejor me voy a ver el diccionario a buscar el significado de la palabra evolución!   

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