martes, 8 de diciembre de 2015

8/12/2015



Si lográramos erradicar la hipocresía de seguir diciendo que en una elección democrática ganó el que tuvo un voto más, podríamos sentirnos dignos de ser demócratas o al menos, parecerlo.

Seguimos siendo muy manipulables. Una elección democrática no es un partido o una competición deportiva. No hay quien gana o quien pierde. Solo hay un manifiesto de cantidades de voluntades que conforman un todo. Esas voluntades, seguramente no se diferenciarán en los grandes valores básicos que conforman una sociedad que cohabita (de otra forma ya se hubieran matado entre si). No hay la gran diferencia que se intenta demostrar que existe entre un pueblo que en paz, armonía, cultura cívica y madurez, se junta un día a manifestar sus diferencias en democracia pacífica. Pensemos solo por un segundo. Los países llamados estables no lo son por casualidad, lo son por formación histórica. ¿En qué sentido? Ustedes creen que en la elecciones alemanas hay venezolanos intentando manipular los resultados para seguir beneficiándose de la extracción de las materias primas del suelo alemán para beneficios de los intereses venezolanos? O que pase eso en Bélgica con uruguayos que intentan apropiarse de los lobies? Pues no, eso así no ocurre por que los lobistas están de ese lado, los piratas siempre han sido de ese lado, así como los grandes banqueros, etc-. Si ocurriese, los sacarían a tiros del norte. Pues ellos si tienen elecciones para resguardar los beneficio propios de sus países sin intervenciones de países extranjeros. ¿Acaso Merkel viaja a Sudamérica antes de cada elección? Pues en nuestro hemisferio eso no ocurre así, sino todo lo contrario; y cuanto más separados estén los autóctonos más oportunidad de triunfo tienen los colonialismos de siempre. Las elecciones democráticas dejan claro que los votantes tienen diferencias y más claro aún que tienen que consensuarlas para de forma madura defender el territorio propio y las riquezas que sus hijos les han dejado a consignación, no para dejárselas robar como siempre por espejitos de colores y tarjetitas de plástico. Hasta no entender eso, seguiremos con bipartidismos confabulados entre ellos para desangrar las economías locales, populismos despistados que se confunden entre la justicia y el ajusticiamiento de antiguos arquetipos y golpistas de alquiler ciegos de poder. Una América Latina inteligente, a mi ignorante y pobre juicio, lo primero que debería hacer es devolver a los exportadores el producto izquierdas y derechas, para empezar a hablar de identidad y autonomía continental dentro de una unidad de conciencia Latinoamericana y autóctona. Dejemos de jugar a la democracia y ejerzámosla.

Hoy vivimos una coyuntura especial que podría ser, sin temor a equivocarme, el escenario inmejorable tanto como para la instauración de una América Latina madura y encaminada a la estabilidad social y al equilibrio Mundial, o bien, el aniquilamiento de siglos de luchas independentistas y el triunfo definitivo del colonialismo. Ya hemos pasado por todos los panoramas posibles y somos todas las razas imaginables…hagamos honra a la vida.
Depende solo de TODOS nosotros lo uno o lo otro.
No aplaudan que esto recién empieza.

Hoy más que nunca, no pestañees...

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