lunes, 21 de diciembre de 2015

Trazo navideño 2015

Cuando fui de edad joven, el año dos mil se veía como un final, un cambio. Los cincuenta y tres años los veía como un inalcanzable, una eternidad. Veía la dictadura como un duro aprendizaje y a la tortura como un irrepetible. Pensaba que los desaparecidos no volverían a desaparecer y que el hambre era un error de calculo. Supuse que se reconocería a la avaricia material como una enfermedad y se curaría con consciencia y que comprenderíamos, que al igual que en nuestro organismo, sobre éste Planeta todos somos uno. Pensé que se decía madre Tierra por que en algún momento se respetaría el concepto de madre como tal. Creí que el enamoramiento dejaría de tener marca y que el sexo pasaría de ser deporte de competición para ser un homenaje a la vida. Supuse que Vietnam era la última demostración de la estupidez humana y que el petróleo se acabaría antes y nos dejaría tranquilos. Sostuve que el vivir en democracia era la forma de asegurar mi libertad, que el Holocausto judío era irrepetible y que los pueblos aprendían de lo que les sucedía. Creía que Cristo había sido crucificado una sola vez, que la segunda guerra mundial fue por patriotismo y que la patria era un bien común.

Cuando fui de edad joven llegaba diciembre pensando que era un fin de algo. Hoy que ya comprendo el continuismo real, comprendo que desear en el error propio de no haber acertado nunca, para el dos mil dieciséis sería caer en la repetición publicitaria. Por lo que he optado no desear nada para el mañana, simplemente rogarles que sean ahora alegres y sinceros con ustedes mismos, fieles a vuestro juicio crítico, que no crean en lo que leen a menos que el corazón os lo consienta. Os pido que cada uno tenga lealtad hacia el otro y de esa forma, se cerrará el ciclo teniendo el mundo lealtad hacia uno. No deseo que les acontezcan mis errores, les deseo que sean protagonistas de los vuestros propios, que erréis, que cambiéis, que debáis de modificar conducta pero siempre desde el reconocer, tolerar y respetar, porque cada quien se debe a si mismo su propio camino y al otro la libertad que camine. Por ello, escriban su propio libro. No piensen si está bien lo que hacen, siéntanse conformes con ustedes mismos que no hay jurado más justo que la sinceridad ni mejor juez que la sonrisa. No jueguen a convencer, ni esperen agradar; seguro no querrán ser convencidos ni configurarse para agradar bajo los parámetros de otro y de esa forma comprobarán que la verdadera y enriquecedora convivencia no es la concordancia sino la tolerancia. No crean a los políticos ya que hablan desde sus convicciones y no son infalibles, miren a la gente a los ojos, salgan a la calle y compartan vida cotidiana…de allí surge la verdad. Cuestionen todo porque la respuesta a todas las preguntas está en ustedes, no se puede seguir repitiendo el error de buscar la verdad donde hace siglos no se encuentra.

Como dije en otros trazos, no creo que los reyes magos lleguen éste año por el cierre de frontera a los yihadistas con barba, turbantes y objetos dudosos. Tampoco Papá Noel la tiene fácil por los controles de aduanas…además viste de un rojo sospechosamente comunista, y desde que el polo norte se ha derretido casi en su totalidad, se sospecha haya falseado su lugar de residencia. Por otro lado, si eres sudaca sabes que desde el norte nunca cayeron a regalarte nada y si eres del norte, sabrás que lo que te dejan hoy te lo cobran mañana. Así que hagan lo que puedan, siéntanse afortunados si no son refugiados, centro africanos, Sirios, Palestinos…de seguro si leen esto en Internet están dentro de ese diez por ciento de privilegiados del Mundo, por lo que deben por pura moral, hacer alarde de ello y disfrútenlo, es lo más sensato que pueden hacen pensando en el resto.

Buenas navidades y la felicidad no es cerrar los ojos, sería abrirlos y ver un Mundo mejor, y eso depende solo de notros... pero no de nuestra mal creída grandiosidad, depende de lo poquísimo que cada uno puede hacer y que será el todo que logrará la armonía. 

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