Las preelectorales son las instancias que dan la oportunidad de reconocer el patético mundo político que gobierna nuestra existencia. Hoy se despiertan las bellas durmientes al beso de los príncipes de las finanzas. Esta impunidad de verborragia mediante la cual todo es válido para conseguir o mantener el poder, es vista y disfrutada por los votantes que desde su anonimato, creen alcanzar algún grado de importancia mediante el hecho ficticio de sumarse a frases ajenas (luego nos asombra la realidad virtual). Se estimulan los patoterismos, el patrioterismo, la necesidad de pertenencia y la insatisfacción personal haciendo sentir que se pertenece a algo que los representa. Es como el futbol, cuando uno escucha hablar en primera persona del plural a un espectador o hincha (nosotros jugamos bien). Se satisface el sentimiento de fracaso personal por medio del triunfo de terceros, del que se apropia el personaje y se siente ganador. Lo inventaron los romanos con los circos y coliseos.
Pero lo que considero más lamentable es que hoy día los partidos políticos ni se gastan en proclamar sus intenciones de gobierno, simplemente se sumergen en una crítica del partido opositor en una suerte de niños caprichosos de preescolar hablándole a la maestra de lo que ocurrió en el recreo. La gente se posiciona y desahoga sus carencias amasando opiniones en defensa de un algo que así como apareció, luego del día del voto desaparece. ¿Cómo se puede exigir un gobierno coherente hecho de propuestas sueltas generadas por la reacción a propuestas de la oposición?
Vayamos a algo básico. Un partido político que defiende un sistema financiero/económico neoliberal, cómo puede concordar con tener que pagar un sueldo fijo y alto, a mano de obra no cualificada, con contrato indefinido y prestaciones compensatorias post-contrato, si ésta contratación no refleja mayores ingresos para la empresa en relación al gasto ocasionado? ¿Acaso el sistema neoliberal no apoya la contratación de personal cualificado, en situación de contratado independiente, y que sea remunerado en participaciones según valía o logros? ¿No es el sistema neoliberal el que dice a las empresas no contratar si no genera ganancias reales? Y si esto es así..¿Cómo puede caber dentro de esa concepción política que asume estos principios como irrenunciables para la construcción del ideal de sociedad digna, el concepto de la contratación de un funcionario político a cargo de las expensas del Estado? ¿Qué rentabilidad representa para el Estado un cargo político? ¿No dicen que habría que contratarlos temporalmente y que comisionaran según beneficios conseguidos en favor del Estado? ¿No es acaso lo más contradictorio que se pueda intentar defender dentro de un análisis moralmente aceptable?
Ahora, si nos quedamos por aquí, es que somos reaccionarios, opositores y nos alcanza con ésta presentación para argumentar nuestra posición. No alcanzaríamos una objetividad analítica, pues, si analizamos un algo más podemos decir que no es tan contradictorio. Si entendemos, que el estado no es más que el escenario que antecede a los grandes intereses financieros, entonces si, los Funcionarios políticos son rentables ya que son contratados por estos grandes poderes a través de uno de sus tantos negocios que conforman su entramado financiero y que se denomina Estado. Son personal contratado temporalmente por los grandes poderes pero afectados a contratos de terceros (País), para llevar a cabo actividades rentables económicamente en beneficio de éstos poderes (sesión de contratos, veñas, vetos, derechos, etc.) y no generan coste directo para el gran poder ya que los paga un estado que recauda de (terceros), la gente que conforma ese país. Se corroboran las formas neoliberales y se consolida la coherencia conceptual de dichos partidos políticos. Ahora nos vamos entendiendo…
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