viernes, 6 de mayo de 2016

2016

Es casi imposible que la humanidad no tienda al desastre. Cada vez se ven más niños alcanzando metas materiales de adultos en una sociedad cuyo único fin es hacer dinero en un sistema que genera angustia y estrés, por falta de valores espirituales. El Hombre no se realiza se llena de cosas. Una insatisfacción constante que a modo de adrenalina mantiene al Humano adicto al trabajo, los vicios y lo superfluo. Y para colmo, el negocio farmacéutico está empecinado en prorrogar dicha angustia con la longevidad. Ahora ya somos intolerantes…a la lactosa, al gluten, a las hormonas que le inyectan a las carnes, a los antibióticos que le dan a los animales que comemos…eso si, llegamos fácilmente a los noventa años y alcanzamos la dichosa jubilación para vivir pendientes de la dieta, el médico, la TV y el bar, entregados al antojo de no hacer nada durante todo el día…como si alguna vez hubiéramos hecho algo. ¡Qué raza inteligente! Tal vez sea un Donald Trump un epitafio digno para ésta humanidad.

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