No necesito ser comunista para entender que soy igual parte de una comunidad.
No necesito ser socialista para entender que los privilegios de toda la sociedad son mis privilegios.
No necesito ser Neoliberal para entender que la libertad es la base del individuo.
No necesito ser independiente para entender que mi punto de vista puede ser el que cambie a mejor las cosas.
No necesito ser ecologista para comprender que el Mundo que habito está antes que yo.
Lo que sucede, es que conjugo el verbo en primera persona, no como aquellos que dicen identificarse en ello y lo practican solamente en la tercera persona del plural.
Podría vivir en un Mundo neoliberal, en donde mi libertad de creación o producción, fuera beneficio para toda la sociedad con la que comparto éste Planeta que en definitiva me permite existir y que a su vez, genera el campo necesario para poder yo desarrollar mi espíritu creativo y emprendedor, así como todos los demás y cada uno en su engranaje de ésta gran maquinaria que llamamos civilización, en donde no hay más o menos importantes. Nadie se lleva nada de aquí, por lo que la actitud más estúpida que pueda tener ser humano alguno es acaparar. El enriquecimiento material es el síntoma más claro de imbecilidad humana. Cosa distinta es ser preventivo, que si así fuera, dejaríamos nuestra actitud virósica ante el planeta.
No hay Hombre más equivocado que aquel que piense que enriquecerse materialmente es una demostración de poder. No es otra cosa que la identificación más clara de un Hombre temeroso y muerto de pánico ante la vida. De hecho el mayor pánico de un ser común es la pobreza y por ello, no hay mayor muestra de grandeza que la sonrisa en los rostros de los llamados pobres.
El problema de ésta generación es que hemos comprendido el significado de las cosas al revés, conjugamos con la intención de engañar para cubrir nuestros propios miedos y así pasamos por aquí, sin llegar siquiera a existir.
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